De esta forma se presenta Into the Badlands, una de las series que más gratamente me sorprendió con su primera temporada, tanto por su estética post-apocalíptica como por ese frenesí de artes marciales y luchas con espadas.
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Un barón con sus Clippers |
Como veis, no es que sea precisamente la mayor innovación del mundo, más bien la repetición del cliché que podemos esperar en cualquier obra de estilo similar. Aunque Into the badlands sí que cuenta con un par de puntos a destacar que, a mis ojos, hacen de ella una serie muy interesante.
El primero de ellos son los personajes. Pueden gustar más o menos, tener poco o mucho carisma, pero ninguno de ellos llega a ser anodino en absoluto. Daniel Wu es Sunny, el mejor Clipper de Badlands que, como no podía ser de otra forma, busca una nueva vida lejos de la sangre. M.K. es su joven protegido, poseedor de un poder oculto que hace de él alguien muy peligroso y codiciado.
Hasta aquí hasta a mí me resulta un tanto arquetípico y manido, pero los dos barones rivales que se enfrentan una y otra vez a lo largo de la primera temporada son los que de verdad otorgan fuerza a la serie. El barón Quinn, interpretado brillantemente por Marton Csokas, posee un carisma arrollador que oscila del encanto más atractivo y la locura más absoluta. Su enemiga acérrima es la atractiva viuda de Emily Beecham, una mujer tan despiadada como cualquier hombre y que no duda en servirse de sus "hijas", conocidas como Mariposas, para las misiones más sangrientas y peligrosas.
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Sunny, el regente del Barón Quinn |
Into the Badlans puede no ser una de las series más recordadas de la historia, pero sí considero que merece la pena darle una oportunidad a los seis episodios de su primera temporada, aprovechando el estreno de la segunda hace tan solo un par de semanas.
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