martes, 11 de abril de 2017

Reflexiones: de autores y derechos

Hace un par de días, leyendo en las redes sociales me llamaron la atención varios tweets en los que se anunciaba la publicación de la quinta novela de la Saga Millenium.

No soy un gran fan de Stieg Larsson, tengo sus dos primeros libros pero no lograron engancharme lo suficiente como para comprar también el tercero. Aún me seguía pareciendo curioso que continuasen publicando libros de sus personajes tras su muerte, lo que me llevó a mirar en un par de páginas para averiguar algo más.

Me sorprendió enormemente saber que las continuaciones no contaban con el beneplácito de la viuda y que tampoco iban a basarse en los borradores o ideas del autor sueco. Entiendo que los dueños de los derechos son los que al final deciden, pero no puedo dejar de pensar que se está traicionando de alguna forma los deseos del autor.

¿Donde acaba el respeto para que solo importen los beneficios? Seré romántico, o seguramente ingenuo, pero me niego a pensar que un escritor sea una mera herramienta que se cambia en el momento en que se rompe.

A VUELTAS CON CONAN EL BÁRBARO
Esta es una de las situaciones más rocambolescas en cuanto a derechos sobre las creaciones de un autor. Robert Howard, que además del personaje de Conan creó también a Red Sonja y a Solomon Kane entre otros, se suicidó en 1936, con apenas treinta años y muchas historias aún por contar.

Como en el caso de Stieg Larsson, hubo escritores que decidieron narrar historias dentro del mundo de espada y magia creado por Howard, seguidores e incluso amigos del propio autor a los que interesaba más expandir el legado y las aventuras del bárbaro Conan que lucrarse con ello. Quizá pueda parecer la misma situación, a fin de cuentas en ambas se sigue adelante tras la muerte del autor, pero considero que el fondo, las intenciones, son bien distintas. Un homenaje, no un intento de aprovechar el tirón comercial para vender más libros.

Como curiosidad adicional, añado que en paises como Australia o el Reino Unido, al haber pasado ochenta años de la muerte de Robert Howard, se considera que su obra se considera de libre difusión, no así con todos los relatos basados en sus personajes que se publicaron de forma posterior a su fallecimiento.

EL FINAL DE LA RUEDA DEL TIEMPO
Precisamente, uno de los autores que escribió historias de Conan el Bárbaro fue Robert Jordan. Para aquellos que no lo conozcan es el autor de la enorme, en todos los sentidos, saga de La Rueda del Tiempo, que desde aquí recomiendo encarecidamente a todo lector aficionado a la fantasía. No, que coño, a todo lector en general.

En el año 2006 comunicó que tenía una enfermedad cuya esperanza de vida le otorgaba tan solo cuatro años. Jordan afirmó que iba a superar ampliamente ese tiempo y que estaba escribiendo el final de su aclamada saga, por desgracia, en septiembre de 2007 perdía la batalla contra su enfermedad.

No puedo dejar de mostrar mi admiración y mi respeto por Robert Jordan. En esos momentos finales, demostró un cariño y una dedicación ENORME, así con mayúsculas, por su obra y, especialmente, por sus fans al escribir notas y notas y notas para que otro autor pudiese acabar su saga siguiendo sus deseos.

El elegido sería Brandon Sanderson, que era un fan de La Rueda del Tiempo. La elección final fue tomada por viuda de Jordan, un gesto que honra a la editorial Tor Books al dejarla en manos de la persona que mejor conocía a Robert Jordan.

TOLKIEN Y SU LEGADO

Aquí llegó a lo realmente complicado. J. R. R. Tolkien publicó en vida El Hobbit y El Señor de los Anillos, entre otros relatos lejos de la Tierra Media, pero cualquier fan suyo sabe que tenía esbozos, esquemas, relatos a medias, apuntes, notas... que abarcaban toda una vida de trabajo.

Parte de todo ese material se publicó tras su muerte, editado por su hijo Cristopher Tolkien. Es cierto que conocía muy bien el trabajo de su padre, y que el mismo Tolkien quería publicar El Silmarillion cuando estaba vivo, pero Cristopher llegó a admitir en muchos casos que tenía que interpretar los bosquejos de su padre e incluso en ocasiones adivinar lo que quería decir.

¿Mantiene vivo el legado de su padre o solo lo usa de excusa para seguir lucrándose? Una pregunta que más de un apasionado de la Tierra Media debemos habernos hecho en un momento u otro. En mi caso, me inclino más por la primera opción. Cristopher Tolkien busca dar vida a todos los escritos de su padre, dándoles el sentido y la calidad que merecen para que todo el mundo pueda disfrutar de ellos. Habrá quien piense lo contrario, que sus motivaciones son más monetarias, pero tanta dedicación durante tantos y tantos años quizá sean el mejor ejemplo de lo contrario.

ESCRITOS Y ESCRITORES

Podría seguir y seguir con más ejemplos. Los fans de Dune se crispan con las continuaciones de los herederos de Frank Herbert, Hercules Poirot tuvo un nuevo caso décadas después de la muerte de Agatha Christie, las multiples novelas basadas en los mitos de Lovecraft...

Resulta muy complicado diferenciar la línea que separa el homenaje del negocio, el legado del lucro. Es evidente que el dueño de los derechos puede hacer con ellos lo que quiera, pero no puedo dejar de pensar que las creaciones deberían descansar en paz cuando la mente que les dio vida deja este mundo atrás salvo que él especifique lo contrario.

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