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Dredd contó con dos adaptaciones al celuloide, la primera en 1995 llegó de la mano de Silvester Stallone, en una mezcolanza del cine de acción de los '80, que ya resultaba ridícula el año de su estreno. Un guión flojo que solo servía para el lucimiento de un personaje, que no se diferenciaba nada de otros interpretados por el actor.
Habría que esperar al 2012 para ver de nuevo al juez Dredd en pantalla grande. Sin ser, ni pretender ser, una secuela, Karl Urban se enfundaría, literalmente, el traje en una cinta llamada simplemente Dredd, que se inspiraba más en los cómics originales. Lena Headey daba el contrapunto como una soberbia villana, conformando una cinta de acción muy disfrutable y recomendable. Mención aparte a la actuación del propio Urban, que a pesar de llevar el casco puesto en todo momento, logra transmitir mucho más que Stallone con la cara descubierta.
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